domingo, 6 de mayo de 2012

Bares, ¡qué lugares! Volumen I - EL KISS-

Era la segunda industria en producto local bruto de Olleros. En sus mejores tiempos se afanaban, simultaneamente, en servir consumibles líquidos alcohólicos  hasta 11 bares y una discoteca (incluso por breve tiempo un pub), lo que representaría una ratio, como dicen ahora, de 180 habitantes por bar, que es algo  así como si Madrid tuviera 28.000 (claro, ¡que a lo mejor los tiene!, que al fin y al cabo esto es España, el país de la cultura del socialbebercio, aunque siendo justos nosotros supimos aplicarnos mejor que nadie en la ardua tarea de mantener la media nacional a la altura que se merece). (Bares de Madrid: 15.248; ratio nacional: 461 habitantes por bar)
Cada uno de ellos tuvo su momento de esplendor y decadencia, salvo los (¿el?) que han sabido mantenerse en pie, no si dificultades, con el paso de los años. Han tenido su tiempo, su momento, sus clientes, su peculiaridad, su rollo…, todos con alguna particularidad que creaba el ambiente al gusto de los clientes que lo frecuentaban.
He querido empezar esta serie con el bar que, bajo mi particular punto de vista, representa al que podríamos llamar “nuestro bar”, porque nació con nosotros, quiero decir, abrió cuando nosotros nacimos como miembros de pleno derecho de la sagrada comunidad de adoradores de Baco.
En los años de la predemocracia, cuando nosotros éramos unos críos (esto era para nuestros mayores tener menos de 16), como tuvieras el atrevido impulso de entrar en un bar eras el foco de todas las miradas, furibundas, nada gratas, de los clientes, (cien por cien masculinos que tampoco las mujeres lo tenían fácil, salvo para tomar el vermut de después de misa, los domingos). El bar casi era como un club privado donde todo intruso, léase niño o mujer, solo con la intimidación de los autoelectos próceres cantineros (en cristiano: con el acojone) salías del Bar que no esperabas por los diez céntimos de vuelta del chupachús ni sabiendo que te dejabas en la barra una de tu propina semanal.
Nosotros nacimos al mundo del consumo casi a la vez que nacía la democracia, la libertad, la igualdad y para los bares la fraternidad, porque ¡qué mejor sitio para resaltar, ponderar los valores de la amistad que la barra de un bar y la ayuda de unas birras…! Ya despuntaban por debajo de nuestra nariz un hilillo de pelos, un proyecto de bigote, que te daba billete para que pasaras a convertirte en un iniciado del que todos querían ser maestro de ceremonia y te invitaban a beber y fumar; a partir de ese día te sentías el rey del mundo, tenías pleno derecho de uso de todo aquello que hasta ese día te estaba prohibido, entrabas a ser miembro proferente de la Santa Cofradía de los Dispómanos y Humeadores (para los de ciencias: bebedores y fumadores). Con lo mismo, no podrías volver a pedir una cocacola en tu vida si no querías ser la mofa de los concurrentes, ¡si hasta no fumar te podía convertir en un paria, un apestado acaponado!
Así estaban las cosas al principio de los ochenta cuando nació el KISS, por eso digo que es “nuestro bar”, porque vino al mundo a la vez que nosotros nos revelábamos a él. Los otros tenían su propio ambiente, “su” gente, y el Kiss tenía que ser distinto, teníamos que hacerlo distinto, “nuestro”. Su mentor fue Policarpo, Carpo, al que todos conocimos como “el tronco” (es fácil que alguno sea la primera vez que oye su nombre), personaje este que no habréis conocido otro tan listo para ejercer detrás de una barra, con un olfato para sacar dinero a un bar, por encima, aunque alguno pueda no estar de acuerdo, del mismo Jarabo, ¡ni los Pelayos primeros!
Fue innovador en el trato con la gente ya que nunca te decía que no a nada de lo que le pidieras por absurdo que pareciera, el primero en fomentar el videocine en un bar (aunque acabase trayéndole algún disgusto por culpa del pirateo), el primero en poner unas tapas con las que ibas comido a casa (con la protesta de la competencia), en montarte una cena en una hora de la que salías satisfecho por cantidad, calidad y precio (casi siempre puesto a boleo). Soportaba estoicamente nuestros excesos, nuestras tonterías y “caprichos” de curda vacilona, sabedor de que el que siempre ganaba era él. Si tu entrabas en cualquier sitio y decías: “-¡Tronco!, ponnos un caldero de cerveza-“,… y no habías acabado las últimas letras y ya habían llamado a capítulo a tres generaciones de tu familia señalándote cual de ellos era el más adecuado para tocarle los cojones; pero Carpo iba a la cocina, cogía el caldero con el que fregaba su madre, lo lavaba ¿concienzudamente?, y tiraba cerveza en él hasta que rebosaba, consciente de que era el principio de una gran noche de risas y birras (tirando la cerveza en el cubo al Tronco le sonaba como suenan las monedas en una caja registradora). Podías decir: “-Haznos algo para quince, para cenar-“(¡a las diez de la noche!); con la consabida referencia a tu familia, amablemente te podían indicar el mesón más cercano (¡a tu puta casa!); pues Tronco no, en un pispas te montaba las mesas, ponía a su madre a cocinar, te ponía la centésimo primera repetición del España-Malta, y no tenía prisa por echarte. “-¡Tronco!, ¿qué te damos?-“ “-Darme 500 cada uno-“ “-¡Joder, Tronco, como te pasas!-“ “-Pues que sean 400-“; nunca te discutía un precio, sabedor de que con buen rollito acabarías zumbándote cuatro o cinco cubalibres.
Con los años tuvo otros dueños, otras gentes, pero el Kiss “nuestro” es el del Tronco, el de las noches infinitas de cigarros, cervezas y risas; el de nuestro nacimiento a la vida, a la vida loca…

3 comentarios:

  1. Como últimamente, el primer comentario ( y casi el único)es el mío, pues ahí va: me acuerdo de lo del caldero de cerveza perfectamente porque fue en fiestas. De aquella, me acompañaron unos amigos de Valladolid al poco de irme (¿1983-1984?)y recuerdo perfectamente que era el primer día de fiestas y uno de ellos no pudo con el ritmo. De hecho, al día siguiente se fue, algo enfermo, algo jodido,...Entrañable "el tronco" y toda la parentela.
    Saludos

    ResponderEliminar
  2. Tronco o Carpo en la Actualidad, y su clasico "Que no falte de nada" o "en 15 minutos esta todo hecho". Creo que poco o nada ha cambiado.Un saludo a los mayores!!

    ResponderEliminar
  3. Me parece recordar, o alguien me ha dicho algunas cosas de ese bar, tardes enteras de mus, calderos de cerveza con vodka y 8 o 10 pajitas, platos de ensalada llenos de aceitunas, queimadas, despedidas de soltero, PELEAS, en fin , eso me han contado por que yo apenas iba por allí.

    ResponderEliminar