sábado, 30 de marzo de 2013

El último día en el viejo Riaño...


La mayoría de nosotros no conocimos muy bien el Riaño viejo, o al menos yo no lo pude conocer. Era el pueblo por el que pasábamos camino de Asturias, cuando íbamos a Las Colonias; al lugar dónde alguna vez nos llevaban de excursión (la primera vez que lo vi, la primera vez que vi la presa, estaba en 1º o 2º de EGB, lo recuerdo porque nos llevó D. Nemesio); y cuando éramos un poco mayores alguna vez fuimos a tomar algo o a la discoteca que había en los últimos años, muy en el estilo de nuestra Olimpia, pero pocas veces, que no había tantos coches, la carretera era muy mala y estrecha, casi toda pegada al Esla; vamos, lo peor para ir de juerga y regresar de noche en malas condiciones psicofísicas.
Pero Riaño siempre fue un referente; desde niños habíamos oído hablar de las historias del pantano, aquel gigantesco muro de hormigón que siempre vimos impertérrito, cerrando el desfiladero que había entre Las Salas y Riaño. Nos contaban como ya hacía años que habían construido la presa, habían pagado las indemnizaciones a sus habitantes (las fábulas decían incluso que generosamente y que el ganado lo habían pagado varias veces pues se trajinaba de cuadra en cuadra) y que aún así no se cerraría nunca, <<que si Franco no había sido capaz de hacerlo ahora sería imposible; que para qué lo queríamos ¿para llevar agua a Valladolid?...>>
Ya era una segunda generación la que habitaba en Riaño y todo hacía pensar que sería otra obra más de esas que se quedan sin acabar para escarnio de ministrillos megalómanos. Pero de repente se vuelve a plantear su cierre y eso hace que se empiece a movilizar la gente de la zona, principalmente los afectados, e incluso de otras partes de España, haciendo de Riaño un símbolo a la resistencia popular contra las obras públicas que no cuentan con los afectados ni con los preceptivos estudios de impacto medioambiental (¡buena falta le hacía al franquismo!, …que tampoco es que les importara mucho después) que evitaran la destrucción de un paisaje, de un paraje natural de valor irrecuperable.
Y es que para nosotros no ofrecía ninguna ventaja, ningún beneficio, al contrario, nos quedamos sin la playa de Sabero, que desde que cerraron el pantano no hay quien pueda bañarse en el Esla, está el agua helada aunque pasen 20 días a 40º. Ni tan siquiera se han molestado en buscar fórmulas para que tuviera rendimiento turístico (hubo un Club Náutico “fantasma” que nunca tuvo una barca, pero “curiosamente” tenía dinero para financiar equipos de futbito, se entiende que con objetivos publicitarios) en una zona con un gran potencial, pero que hay que hacerlo llegar a la gente.
Y como en todo en esta zona servimos como ensayo para otras circunstancias parecidas en otros lugares, y el ser los primeros para nosotros nunca fue una ventaja (acordaos de la  mina, aunque siguen decididos a acabar con ella en León), hemos sido cobayas de políticos y regentes. Ninguna de las movilizaciones sirvió para nada, ni el gigantesco cartel de denuncia pintado con riesgo y osadía en la pared interior de la presa: “DEMOLICION”, y que todos tenemos en la memoria,  ni la resistencia de los habitantes a abandonar sus casas (las hubieron de desalojar a la fuerza).
En el video podéis ver, además de un grupo con ganas de hacer payasadas, como Riaño se había convertido en un gran lienzo donde expresar la indignación y la contrariedad en sus fachadas, las casas abandonadas y derruidas, sus últimos momentos antes de acabar sumergido.
 
Con este video acabo la serie de ese denso día de fin de año de 1988. Gracias a los que habéis participado en su grabación desinteresadamente, ahora pasaréis la vergüenza de veros, ...que no es poco premio después de 25 años.

viernes, 29 de marzo de 2013

La Carretera de Riaño



No es este un video que tenga méritos artísticos, es de mala calidad y está muy movido, ni será recordado por su contenido, no es más que una carretera y sus márgenes. Pero puede que cada uno encuentre algo especial al verlo; como algún edificio que ya no está (el cargadero de carbón de Aleje), esos coches que todos tenemos en la memoria, nuestros primeros coches; la carretera de Riaño tal y como estaba en 1988, estrecha y con árboles a los lados (eran los quitamiedos de entonces para que no te cayeras al río), la presa por la cara de dentro que todos vimos siempre con la pintada de “DEMOLICIÓN”, el antiguo túnel al lado de la presa y la carretera y entrada al viejo Riaño, que nunca volveremos a ver.
Es otra parte del interminable día 31 de diciembre de 1988, el último día que permitieron el acceso a Riaño viejo por la vieja carretera, y que a un grupo de nosotros nos dio mucho de sí. Ya solo queda una pequeña parte de nuestro deambular por un Riaño fantasmal y que será la última entrega que no tardaré en colocar en el blog.