Los Village People...

     Hay que reconocer que cuando uno echa una mirada atrás y ve estas fotos, no puede por menos que sentir el rubor de la vergüenza; pero era lo que había, también entonces éramos fashion victims .

    Esos pantalones apretados (paquetones), esas camisetas “segunda piel”; un look que hoy sólo veremos a las puertas de un “local de ambiente”, hacen que esta foto parezca incompleta,  que a este trío le faltan dos, el vaquero y el policía, para completar a los Village People, ese grupo icono gay del que, reconozcámoslo, hemos tarareado sus canciones.

    Nada más lejos de la realidad, los protagonistas de la foto son reconocidamente “machotes”, doy fe. Antes nos veíamos así muy de sport, muy de: “voy a vestirme para ir al campo”, “fresquito que va ha hacer calor”.

    Corresponde la foto a un día de finales de Julio, del primer lustro de los ochenta. Ese día habían preparado e iniciado la Ruta del Cares, la clásica, de Caín a Poncebos (como vemos en la foto, se manifiesta en sus rostros y en sus gestos que aun no habían comenzado,… ni imaginaban lo que las esperaba). No eran más que una parte del grupo expedicionario que por primera vez se habían propuesto la difícil empresa de explorar los Picos de Europa por la “canal” del Cares. La otra parte (el grupo B), más numerosa, iniciaba el recorrido en sentido inverso, desde Poncebos a Caín.

    Todo estaba perfectamente planificado: La intendencia repartía para el grupo A, los de la foto, los refrescos y el pan, y designaba (visto después, inconscientemente) al B el vino y la comida. La estrategia sencilla: un grupo por cada lado, encuentro en mitad del camino, compartir viandas, cambio de llaves de los vehículos, seguir hasta el final y reagrupación en Riaño.

    ¿Quién dijo del B que sabía el camino, que no tenía pérdida? (solución: Machín). Pero no recordaba (efecto secundario de portar el vino, por dentro, no por fuera), ni conocían, que desde Asturies el camino se divide en dos (aunque después se vuelvan a juntar,…siempre que sepas dónde). Resultado: A y B se pasan de largo sin verse, se buscan, rebuscan y no se encuentran hasta las ocho de la tarde, con más hambre que Carpanta (los que llevaban el pan, claro, que pan sólo ya se sabe…), que acabaron bebiendo el agua helada del Cares y que la reunificación no llegó hasta las once de la noche.

    Aun el día les deparaba una última sorpresa. Uno de los vehículos se quedó sin gasolina en Valdoré (…como la gasolinera de Riaño entonces cerraba a las diez…) y tuvieron que hacer lo que quedaba del viaje ocho en un 127 (lo que, ya comentaremos en otra ocasión, no es el record de impresentables que este grupo tiene en un turismo).

    ¿Quién diría a la vista de esta foto, con la expresión de felicidad que transmiten (olvidemos el look gay, del que eran inconscientes), con la ilusión expresada antes del inicio de la aventura, esa cerveza fresquita (¡por dios, qué eran las nueve de la mañana!), ese Guanchi Hendrix, el Gelo “number one”, y Ricardo todavía con la camiseta del gimnasio donde había forjado su ostentosa musculatura, que el día se iba a tornar caprichoso y cruel?

           ¡Seguro que al vaquero y al policía les fue mejor!